El arte de perder tiempo en un partido de fútbol

Webber
Utilizar la palabra «arte» para hablar de algo tan deleznable puede que no sea lo más adecuado, pero me veía en la obligación de escribir algo así para definir lo que algunos han llevado más allá de la simple picaresca.

Perder tiempo siempre se ha considerado como algo que solo está al alcance de los más listos. Por lo menos en España, donde en algunos campos hemos asistido a espectáculos lamentables por culpa de quienes aleccionan a esos chavales que acuden a los estadios para ejercer de recogepelotas por amor al arte. Vaya, otra vez he utilizado la palabra mágica.

Hay países más sensibles

El caso es que en otros países eso no está tan bien visto. En Inglaterra, donde fingir una agresión o simular un penalti te sirve para recopilar enemigos hasta de tu propio equipo, no creen en lo de perder tiempo, lo cual no quiere decir que algún equipo haya recurrido a esa técnica tan sucia para dejar pasar los segundos tontamente.

Mascherano protestando

Un ejemplo que nunca olvidaré

No hace falta tirar de hemeroteca para dar con un partido en el que se ha perdido más tiempo de lo normal por culpa de uno de los dos equipos (o de los dos). Sin embargo, me remontaré a las semifinales de la Europa League 2013-2014 que disputaron el Valencia y el Sevilla. Concretamente al partido de vuelta, donde un gol de M’Bia en el minuto 94 hizo inútil las pérdidas de tiempo que se vivieron desde que Jérémy Mathieu anotó el 3-0 en el minuto 69.

Participó hasta el público y parecía que tenían el pase a la final en el bolsillo, pero terminaron arrepintiéndose por un comportamiento lamentable que no les sirvió de nada. Solo para manchar la imagen de un gran club que ese día no estuvo a la altura. Y claro, el karma siempre está ahí para poner a cada cual donde le corresponde.

Valencia Sevilla

Nuevas generaciones honestas

Deberíamos inculcar valores más sanos a los niños que ven la televisión y sueñan con ser Fulanito o Menganito. Inculquemos el saber perder y el ser respetuoso con el rival en términos generales, y pongamos énfasis en el juego limpio olvidándonos de las pérdidas de tiempo. No es agradable ver a niños de 7 años perdiendo tiempo porque el entrenador chilla como un loco para que no vayan a por el balón. Que sean pícaros algún día, pero que lo sean por saber cuándo hay que anticiparse a un pase para cortarlo o cuándo hay que presionar para robarle el balón a un defensa que está despistado. Aprendamos a ser pícaros en el buen sentido de la palabra.

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