Fiestón de Messi en Riazor

Messi Neymar y Suarez
Luis Enrique sabía que si el Barça perdía o empataba otra vez tendría «fiesta». Sin embargo, la única fiesta que hubo ayer en Riazor fue la de Leo Messi. El argentino tiró del carro con un ‘hat-trick’ y confirmó que los malos momentos se superan con victorias contundentes.

El técnico asturiano repitió once por primera vez en toda la temporada. Han tenido que pasar 29 partidos para que se dé cuenta de que no hay que rotar tanto. Los inventos le han salido muy caros y creo que ha aprendido la lección de una vez por todas.

Mucho Messi para tan poco Deportivo

Messi avisó en el minuto 9 rematando un córner lanzado por Ivan Rakitic. El croata la puso rasa al primer palo y el argentino apareció la de nada para rematar libre de marca. Su disparo, potente y algo colocado, fue despejado por Fabricio.

Messi gol de cabeza
En su segunda ocasión, que llegó dos minutos después, tuvo más acierto. Su asistente volvió a ser Rakitic, que desde una distancia considerable vio como entraba desde atrás y se la puso con mucha potencia a la cabeza. Messi, haciendo gala de una cualidad en la que nunca ha destacado, cabeceó con mucha potencia para sorprender a un Fabricio que reaccionó tarde.

En el minuto 33 Messi hizo el segundo. Abrió el juego para que Neymar recibiera dentro del área gallega y éste la puso al punto de penalti para encontrar a un Luis Suárez que apenas pudo tocarla con la parte trasera de su bota izquierda. Por detrás apareció ‘La Pulga’, que se la llevó con facilidad y batió a Fabricio con una exquisita vaselina.

Rakitic fue su mejor socio

El tercero, el que sentenció al Deportivo, llegó en el minuto 57. Messi combinó con Rakitic en un córner y se sacó un gran disparo de la chistera tras superar a Lopo con un toque que le abrió el ángulo. Fue un latigazo que entró muy cerca del poste, prácticamente imparable.

Messi tercer gol
El 0-4 definitivo no fue tan bonito como los anteriores. Lopo despejó un centro raso de Dani Alves con tan mala suerte que el balón rebotó en Sidnei y acabó alojado al fondo de las mallas. Solo faltaban ocho minutos para el final de un partido que no tuvo demasiada historia.

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