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¡Qué duro es ser canterano!

Morata y Jese
¿Recuerdas aquella época en la que ser canterano era sinónimo de llegar algún día al primer equipo? Eran tiempos felices para los jóvenes y los entrenadores que les formaban. El trabajo de base tenía su recompensa y los clubes ganaban títulos gracias al esfuerzo de hombres que primero se habían enfundado la camiseta siendo niños.

El Barça llegó a ser un gran ejemplo

El caso más reciente y exitoso es el del Barça, que supo juntar a una generación de cracks formados en La Masia. Víctor Valdés, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Carles Puyol, Leo Messi, Sergio Busquets… Jugones por los que no tuvieron que pagar ni un solo euro, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros clubes más reacios a tirar de canteranos.

Ventajas que saltan a la vista

¿Qué ventajas tiene eso más allá de lo económico? Pues que se empapan de una filosofía de fútbol que no es exclusiva del primer equipo. Eso si te lo montas igual de bien que el Barça, que desde que llegó Johan Cruyff apostó por un estilo de juego fácilmente reconocible en todos sus equipos, empezando por los benjamines y acabando por los que cobran millones y millones de euros.


La otra gran ventaja tiene que ver con el sentimiento de unos colores. El crack consagrado que llega procedente de otro equipo no lo vivirá con tanta pasión como el que lo ha mamado desde pequeño. Eso es algo de lo que se están dando cuenta clubes como el PSG o el Manchester City, que trabajan a toda prisa para fortalecer sus canteras a sabiendas de que solo una estructura sólida te permite ganar títulos importantes.

El Barça de los últimos años ya no es ese Barça que apostaba por la gente de casa. Ahora vive con un modelo más del estilo Florentino Pérez. En los últimos años se han centrado en fichar a galácticos como Neymar y Luis Suárez y no les ha ido nada mal, sobre todo porque todavía mantienen esa base ganadora de la cantera que un buen día desaparecerá. ¿Qué pasará entonces? Pues que dejarán de ser el mejor equipo del mundo.

Buscando vías de escape

Casos como los del Athletic de Bilbao o el Sporting de Gijón son cada vez más aislados. El fútbol moderno se ha acostumbrado a los traspasos, a las comisiones y a los bombazos del verano. Ya no se valora tanto el fútbol de cantera y hay quienes están dispuestos a pagar por el regreso de jugadores que han llegado a menospreciar en su día. ¿Por qué? Pues por esa falta de confianza en los más jóvenes que hace que muchos prefieran irse a un Espanyol o a un Valencia para tener más posibilidades de llegar al primer equipo. Mejor eso que ser eterno suplente en un grande.

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