Abramovich duda de su nuevo Chelsea

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Roman Abramovich no lo ve nada claro. Quería fichar a Pep Guardiola como entrenador, pero el Manchester City se le adelantó como ya sucedió cuando el Bayern de Múnich se hizo con sus servicios. Apostó por Antonio Conte, un ganador nato, y en Stamford Bridge todo el mundo aprobó su decisión. Además, puso a disposición del técnico italiano un buen puñado de millones de libras para invertir en fichajes, aunque no llegaron todos los jugadores que eran de su agrado.

No pudieron fichar al central que querían

Leonardo Bonucci era su prioridad. La Juventus le dijo que ni se acercara y no volvieron a preguntar. Después lo intentó con John Stones, y más tarde con Kalidou Koulibaly y Alessio Romagnoli. Todas las ofertas planteadas fracasaron y a última hora se hicieron con los servicios de David Luiz, que regresó a Londres como quinto plato.

Otro año generoso en contrataciones

A pesar de los problemas que han tenido para fichar a un central, nadie puede decir que el magnate ruso no se ha rascado el bolsillo este verano. Nada más y nada menos que 117 millones de libras (unos 135 millones de euros al cambio actual) para renovar una plantilla que quedó muy tocada tras la peor temporada del Chelsea desde la Premier League 1995-1996, en la que todavía no estaba Abramovich poniendo pasta.

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Primeras dudas y reunión hasta la una de la madrugada

A pesar de las incorporaciones de hombres como N’Golo Kanté, Michy Batshuayi, Marcos Alonso y el citado David Luiz, las primeras cinco jornadas no se han saldado con resultados excesivamente buenos, ya que empataron en campo del Swansea City y perdieron ante el Liverpool en casa.

Es este último pinchazo el que más preocupa a Abramovich, que ya le ve las orejas al lobo. Es el primer partido serio que han afrontado y no fueron capaces de llevarse los tres puntos pese al gol de Diego Costa, que vuelve a ser el que maravilló a los aficionados en su primera temporada.

Conte y Terry
Según hemos podido saber, el mandamás del Chelsea se reunió con varios directivos tras la conclusión del partido para trasladarles su preocupación. Quieren evitar un nuevo fiasco a toda costa y probablemente tendrán que acudir al mercado de invierno. Un año más fuera de la Champions League repercutiría muy negativamente en las arcas de un hombre que algún día se cansará de invertir en fichajes.

Mucho margen de maniobra

Por ahora Conte puede respirar tranquilo. Dos pinchazos no son suficientes como para que la prensa se le eche encima. Le van a dejar trabajar como mínimo hasta 2017, sobre todo si no se lía una monumental en el vestuario como ocurrió la temporada pasada con el amigo Mou, que con los años se va haciendo cada vez más insoportable.

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