Isco no ha llegado a ser ese futbolista que se suponía que sería decisivo en el presente y en el futuro del Real Madrid. Llegó con el trofeo Golden Boy y avalado por sus fantásticas actuaciones con la camiseta del Málaga, pero nunca ha tenido la sensación de ser una pieza clave dentro del esquema de sus entrenadores.
De protagonista a actor secundario
Carlo Ancelotti fue el que más cariño le dio y eso le permitió acabar su primera temporada marcando 8 goles en LaLiga, una cifra con la que se acercó mucho a los 9 que hizo con el Málaga un curso antes. Su segunda temporada no fue tan buena y la llegada de Rafa Benítez le perjudicó.
Parecía que con Zinedine Zidane las cosas iban a cambiar, pero el técnico francés no tardó en olvidarse de él en cuanto vio que podía jugar con Casemiro por detrás de Toni Kroos y Luka Modric. Se cargó la figura del mediapunta que juega por el centro y el pasado verano se habló mucho de su traspaso a clubes como la Juventus o el Manchester City.
Al final se quedó. Quería convencer a Zizou y por ahora no lo ha logrado, aunque su partidazo en el Vicente Calderón le va a dar aire. Eso hasta que Casemiro se recupere, si bien es cierto que la baja de Kroos le vuelve a dar muchas opciones de ser titular con el permiso de Mateo Kovacic, que también está aprovechando sus minutos.
No tiene prisa por renovar
El contrato de Isco termina el 30 de junio de 2018 y el Madrid ya se ha puesto en contacto con él para ampliarlo. Su padre, que también es su representante, no quiere hablar del tema con la prensa. Las negociaciones no van a ser fluidas y su continuidad en la capital de España dependerá de los minutos que le dé Zidane en los próximos partidos. Tiene 24 años y está cansado de esperar, sobre todo teniendo en cuenta que hay varios grandes de Europa con ganas de llevárselo.
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