El sobrevalorado Griezmann regresa al Atlético

Griezmann-Atletico
En el mundo del fútbol todo es posible, y más cuando lejos quedan esos años en los que se jugaba por amor a unos colores distintos a los del dinero. Ahora nadie se casa con nadie y cualquiera besa el escudo de un club al que acaba de aterrizar.

En ese contexto no es extraño que se den casos como el de Antoine Griezmann, que ha jugado con las aficiones del Atlético de Madrid y el Barça cuando le ha venido en gana. Primero con su famoso documental en el que dijo que finalmente se quedaba en Madrid, algo que enfadó a los atléticos (tenía contrato con los rojiblancos y no era necesario semejante circo) y también a los azulgrana (coqueteó con fichar y lo tenía prácticamente hecho, pero al final nada).

Un año después repitió pero sin documental. Cambió el Atlético por el Barça y no pareció afectarle mucho su decisión desde un punto de vista sentimental. Y ahora, aunque parezca mentira, dos años después de decir adiós regresa para volver a jugar a las órdenes del Cholo Simeone, que es el que ha logrado que esta historia sea mínimamente creíble.

¿Por qué dicen que es tan bueno si no lo es?

Griezmann, el que un buen día se atrevió a decir que podía comer en la misma mesa que Cristiano y Messi (menuda majadería), vuelve al Atlético después de demostrarse que no es un jugador top. No es ni mucho menos uno de los 3 mejores del mundo como nos quiso hacer creer, porque de hecho ni siquiera es uno de los 10 mejores. En un club como el Barça se ha hecho muy pequeño y ahora está por ver de lo que es capaz regresando al Atlético.

Sin el Cholo no habría sido posible

Simeone tratará de sacar lo mejor de él. Sabe cómo obtenerlo y guarda una gran amistad que es la que les ha permitido no perder nunca el contacto. Griezmann sabía que tendría las puertas abiertas del Wanda Metropolitano siempre y cuando el Cholo siguiera al pie del cañón, ya que la afición no parece perdonarle por su abrupta salida. Eso sí, en el fútbol todo se olvida en un abrir y cerrar de ojos. Basta con que marque un gol y bese el escudo para que la camiseta del francés vuelva a ser una de las más vendidas en las tiendas rojiblancas. Y si no al tiempo.

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