Las airadas protestas de Vinícius ya cansan

Vinicius
Vinícius es protagonista todas las semanas. A veces lo es gracias a sus goles y a sus asistencias, pero en otras ocasiones se habla de él por sus continuas protestas y por los rifirrafes que mantiene con jugadores del equipo rival.

En las casas de apuestas deportivas de fútbol se le da cada vez más bombo a la posibilidad de que algún año gane el Balón de Oro. Sin embargo, es necesario que se centre para enderezar cuanto antes una carrera deportiva que puede ser brillante por las cualidades que atesora.

¿Nadie en el Real Madrid ha hablado con él?

Me parece bien que de cara a la galería el club defienda a una de sus estrellas. No estaría bien despotricar de un futbolista que tienes en nómina ante los medios de comunicación. Sin embargo, creo que el bueno de Carlo Ancelotti, que es como un padre para muchos futbolistas, debería hablar con él en privado y decirle que no está bien lo que hace. No puede protestar ante todas y cada una de las jugadas en las que es protagonista. No puede volverse loco contra los árbitros porque acabará expulsado más de un día. De momento, se está aficionando a las tarjetas amarillas y no le han expulsado de milagro. Su comportamiento es infantil y eso no le ayuda. De hecho, no le ayuda ni a él ni a sus compañeros, que se desesperan viéndole perder los papeles semana tras semana. Los árbitros ya se están cansando de él y los rivales saben que es muy fácil buscarle las cosquillas y encontrarlas.

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Más jugar y menos protestar

No digo que Vinícius no tenga razón a veces. Por su forma de jugar y por lo rápido y habilidoso que es, hay rivales que solo se ven capaces de detenerle con un agarrón o con una entrada a destiempo. Lo vimos en aquel duelo ante el Valencia en el Santiago Bernabéu en el que su compatriota Gabriel Paulista sufrió un cortocircuito y estuvo a punto de partirle la pierna en lo que fue una entrada completamente desproporcionada. En ese momento entiendo que se levante con cara de pocos amigos y vaya a pedir explicaciones. Pero claro, de ahí a hacerlo con cualquier falta que le hacen… Para eso están los árbitros, y si no son capaces de aplicar el reglamento ya habrá alguien que se encargará de alzar la voz. Sin embargo, los jugadores deben dedicarse a jugar y a callar, o en todo caso a protestar con cabeza, sin aspavientos y con argumentos convincentes. A Vinícius ya le conocemos todos y hasta los aficionados del Real Madrid se empiezan a cansar de una actitud que no se recordaba en Chamartín.

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Hasta sus compañeros están hartos

Puedes defender a un compañero a capa y espada porque es uno de los tuyos, pero tú en el fondo sabes si algo está bien o no. Y claro, en el Madrid, que hay unos cuantos que han vivido ya mil batallas y han tenido que tragar lo que no está escrito, empiezan a cansarse de su actitud. Se ven en la obligación de sacarle de más de un lío para que no termine expulsado y eso es algo que con el tiempo desgasta. No sé hasta qué punto alguno de ellos se habrá atrevido a decirle que no está bien lo que hace, pero lo que se percibe es que cada vez tiene menos respaldo en el vestuario en ese sentido. De hecho, tras la conclusión del partido que enfrentó al Madrid y al Betis en el Benito Villamarín el pasado domingo, podemos ver reacciones de lo más curiosas de algunos de sus compañeros al ver que seguía protestando a Soto Grande jugándose una segunda tarjeta amarilla que le habría impedido jugar el próximo partido. Dani Ceballos fue el primero en acudir al rescate para llevárselo a otra parte antes de que la cosa fuera a más. Y de fondo, lo mejor de todo, podemos ver a Antonio Rüdiger alzando los brazos indignado por la enésima protesta del internacional carioca. Fede Valverde, que también lo ve a pocos metros de distancia, prefiere mirar para otro lado consciente de que probablemente alguna cámara le esté grabando.

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El racismo, una lacra que tampoco ayuda

En toda esta ecuación tampoco podemos olvidarnos del racismo. Afortunadamente, parece ser un problema que va mejorando con el paso de los años, pero eso no significa que haya energúmenos a los que no les dé vergüenza proferir insultos racistas de todo tipo rodeados de niños y niñas que asisten a un bochornoso espectáculo que nada tiene que ver con el fútbol. En ese sentido, LaLiga está poniendo los medios necesarios para identificar a los cenutrios de turno y los clubes son cada vez más tajantes a la hora de fijar sanciones como la de no poder pisar el estadio durante un largo periodo de tiempo. El caso es que a Vinícius eso también le calienta y con razón, aunque no debe justificar todas las supuestas injusticias que el ex del Flamengo cree que se cometen sobre el césped.

¿Buen momento para traspasarlo?

Puede parecer una locura lo que estoy diciendo, pero tal vez sea un momento único e irrepetible para traspasar al futbolista brasileño. Teniendo en cuenta que ahora mismo su valor de mercado le sitúa como uno de los jugadores más valiosos del mundo, no es mala idea escuchar ofertas de clubes que derrochan el dinero sin pensárselo como el PSG o el Chelsea. Evidentemente, eso es algo que debes hacer si tienes la sospecha de que el rendimiento de Vinícius puede ir a menos por culpa de esa actitud tan reprochable que muchas veces le saca del partido (véase la derrota en Mallorca con un Vini desdibujado). A día de hoy, atendiendo a las burradas que se están pagando por jugadores de medio pelo, pedir 200 millones de euros por su fichaje sería algo muy razonable, más que nada porque todavía tiene 22 años y su mejor nivel está por llegar, sobre todo si es capaz de amueblar su cabeza para centrarse en lo único que importa: la pelota.

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