Arsène Wenger es un tío realista. Tras un 0-2 en el Emirates Stadium ante el mejor equipo del mundo no puedes estar convencido de que vas a remontar en el Camp Nou. Sin embargo, creo que esa no es la forma de afrontar un partido de vuelta en el que puede pasar cualquier cosa. El Arsenal no es el Villanovense, y el Barça puede tener un mal día. Lo que no puedes hacer es hundir a los jugadores y a los aficionados con unas declaraciones que invitan a quedarse en Londres para ahorrar los billetes de avión.
La memoria le impide ser optimista
El francés sabe que puede ser su última temporada al frente del club y no pierde el tiempo creando falsas esperanzas. Su última bala es la Premier League porque en la Champions ya no confía. Después de cinco eliminaciones consecutivas en octavos de final, el veterano técnico francés ha perdido la fe en las remontadas.
No sé qué opinarán los aficionados del Arsenal, pero no deben estar satisfechos con lo que ha dicho el capitán del barco. Más de un club meditaría la posibilidad de cargárselo tras la eliminatoria por decir lo que ha dicho, pero me da la sensación de que a Wenger ya le resbala todo. Tiene 66 años y no le importa mucho jubilarse. Ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, que por cierto no ha sido mucho teniendo en cuenta las grandes plantillas que ha podido dirigir.
No está absolutamente perdido
Por imaginar un escenario distinto al que pintó anoche ante los medios de comunicación, se podría suponer que los ‘gunners’ marcan un gol durante la primera media hora de partido y mantienen su portería a cero. Si son capaces de hacer eso tendrán opciones de pasar. No es fácil, pero cosas más complicadas se han visto a lo largo de la historia.