Un día como hoy, hace 10 años, Álvaro Arbeloa se enfundó la camiseta del Real Madrid para jugar con el primer equipo por primera vez. Lo mismo le sucedió a Leo Messi con el Barça, aunque cualquier parecido entre ambos a la hora de tratar el balón es pura casualidad.
El lateral derecho salmantino tuvo su primera oportunidad en el Benito Villamarín, donde lograron rescatar un punto gracias a un gran gol de Ronaldo, el brasileño. Esa temporada jugó tres partidos más, pero tuvo que buscarse la vida en el Deportivo de La Coruña, donde sus buenas actuaciones le llevaron a fichar por el Liverpool.
Regresó al Madrid en 2009
El Madrid le repescó en la temporada 2009-2010 e incomprensiblemente se convirtió en el lateral derecho titular del equipo, algo que se ha mantenido hasta la temporada pasada, cuando Carlo Ancelotti decidió apostar por Dani Carvajal, un jugador mucho más completo que no se hace un lío con el balón en los pies. Pese a la falta de confianza del técnico italiano, ya ha disputado más de 200 partidos con el Madrid.
Lucha mucho, pero…
Arbeloa es un claro ejemplo de que en el fútbol también existe la figura del obrero. Comparado con un cono en multitud de ocasiones, siempre se limita a defender bien y soltar el balón lo más rápido que puede. Pocas veces sube la banda y cuando hay una combinación galáctica los aficionados tiemblan por miedo a que la arruine. No sabe centrar y tiene menos calidad que la mayoría de laterales de Segunda División B, pero por lo menos conoce sus limitaciones y no se complica. Eso le honra.
Los defensores de la mediocridad
Me hacen mucha gracia los comentarios de los típicos aficionados que defienden a Arbeloa porque lo da todo en cada partido. ¿Eso es suficiente para jugar en un club como el Madrid? Conozco a mucha gente que lo da todo cuando juega partidos de fútbol y está trabajando como electricista, panadero, periodista o bombero. Su gran suerte ha sido la de ser español, porque si Fabio Coentrao hubiera sido igual de cono que él con el balón en los pies ya le habrían decapitado en la Puerta del Sol.
Es esa misma lógica la que sostiene comentarios que ensalzan la figura de Nacho. Se le protege porque es de la casa y se le asocian adjetivos como «cumplidor» o «luchador». ¿Desde cuándo la grada del Santiago Bernabéu acepta que un jugador saque un cinco raspado cada domingo? En fin, felicidades Álvaro. Le debes mucho al fútbol.
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