Nadie puede parar a Leo Messi. ¿Todavía hay alguien que no piense que es el mejor jugador del mundo? Si lo hay, con todos mis respetos, tiene que estar ciego. El crack argentino volvió a dar un recital de fútbol en el Camp Nou para que el FC Barcelona derrotara al Arsenal por 4-1. Él solito se echó el equipo a las espaldas cuando peor lo estaba pasando y logró los cuatro tantos en una noche mágica que nunca olvidará (o sí, porque tiene tantas noches mágicas que no tendrá tanta memoria para recopilarlas).
El conjunto londinense, que venía a Barcelona después del 2-2 logrado en la ida, salió a verlas venir para intentar sorprender a la contra. Y así fue. El rapidísimo Theo Walcott ganó la espalda a la defensa azulgrana en el minuto 18 para poner el balón en bandeja a un Nicklas Bendtner que necesitó dos remates para anotar el 0-1. El Camp Nou se quejaba de un posible fuera de juego pero el gol subía al marcador.
El nerviosismo duró poco porque pronto apareció Messi, quien curiosamente no estuvo demasiado inspirado en el partido de ida. El astro argentino recogió un balón suelto en la frontal del área y disparó con toda su alma para poner el balón en la mismísima escuadra. Manuel Almunia se estiró pero no pudo hacer nada para detener semajante obús. Era el minuto 21 y las tablas favorecían a los catalanes.
En los últimos minutos de la primera parte Messi sentenció la eliminatoria. Primero hizo el segundo a pase de Pedro definiendo con la pierna derecha y luego hizo el tercero con una sublime vaselina ante la que nada pudo hacer un Almunia que le había aguantado bien sin irse al suelo. El Camp Nou coreaba el nombre de su ídolo y así se llegaba al descanso.
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