Como seguramente ya sabrás, Jamie Vardy no lleva muchos años siendo una estrella del fútbol. Explotó en 2013, cuando pudo dejarlo todo para irse a trabajar a Ibiza, donde le esperaban con los brazos abiertos.
Craig Shakespeare, el hombre que se hizo con las riendas del Leicester City tras la destitución de Claudio Ranieri, le convenció para que se centrara en el fútbol, ya que opinaba que tenía mucho futuro.
Estuvo a punto de tirar la toalla
Vardy tenía 26 años y jugaba en la segunda división inglesa defendiendo los colores de los ‘foxes’. Nigel Pearson, que era su técnico por aquel entonces, no confiaba en él y alternaba la titularidad con la suplencia. Acabó el curso con cuatro goles y su continuidad estaba en el aire.
Ibiza era una de sus opciones, aunque por su mente también pasaba la posibilidad de regresar al Fleetwood Town Football Club, con el que había logrado el ascenso tras una temporada excepcional:
Afortunadamente, él no se fue a Ibiza. Creo que tomó la decisión correcta. Necesitaba apoyo. Necesitaba saber que el equipo directivo tenía esa creencia en él. Incluso mencionamos entonces que no sólo jugaba en la Premier League, sino que también tenía los atributos para jugar con Inglaterra. A veces se tienen dudas, pero estábamos aquí para apoyarle y sacarle de dudas. Le dijimos que lo queríamos y que creíamos en él. Sólo necesitaba ese apoyo porque dudaba de sí mismo.
La mejor decisión de su vida
Desde entonces las cosas cambiaron de forma radical. Se quedó y lideró al Leicester con 16 goles para lograr el ascenso a la Premier. Después no tuvo un año demasiado bueno, pero la llegada de Ranieri le devolvió la confianza y acabó el curso con 24 goles, un registro que le ha permitido llegar a la selección inglesa, con la que también está marcando goles importantes.