El dinero no puede comprar títulos. Los multimillonarios que se han hecho con el control de algunos equipos de fútbol han llegado a pensar que sí, pero con el paso de los años se están dando cuenta de que ganar competiciones no es tan fácil como parece.
Se lo pueden preguntar al Chelsea de Roman Abramovich, que tardó siete años en levantar su primera Champions League después de invertir más de 1.000 millones de euros en fichajes. El Málaga, a pequeña escala, también experimentó una transformación similar y rozó las semifinales de dicha competición en el que fue el mejor año de su historia.
Los casos más recientes son los del Manchester City y el PSG, dos clubes que han dado un salto cualitativo espectacular gracias al dinero, pero que continúan lejos de jugar la final soñada por todos, la que este año se disputa el 6 de junio en el Olympiastadion de Berlín.
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